A menudo, las reacciones que consideramos “irracionales” o desproporcionadas provienen de partes vulnerables de nosotros que actúan desde el miedo y la inseguridad. Cada uno de nuestros “síntomas” tiene un propósito y sentido dentro del contexto de las experiencias difíciles que hemos vivido. Las partes de nosotros que intentan protegernos del dolor emocional están haciendo lo mejor que pueden con los recursos que tienen. No se trata de cambiar o suprimir esas partes, sino de entenderlas, para que podamos aprender de ellas y ofrecerles el tipo de apoyo emocional que quizá nunca recibimos.

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Al abrirnos a todos los aspectos de nuestro ser con curiosidad y compasión podemos atender y ayudar a estas partes a liberar la carga emocional que llevan. Al cultivar la capacidad de conectar con nosotros mismos nos convertimos en nuestra propia fuente de apoyo incondicional. Con la seguridad que esto nos brinda podemos recibir al mundo de una forma totalmente abierta, libres de explorar y expresarnos con confianza, con una restaurada sensación de amor y conexión por el mundo y las demás personas.